A principios de 2021, el personal del Hospital Infantil Maimónides en Brooklyn, Nueva York, comenzaba a sentir una cautelosa sensación de alivio.
Los casos de covid-19 en la ciudad estaban cayendo.
Como efecto secundario del distanciamiento social, el uso de mascarillas y el lavado de manos, también habían visto muchas menos otras infecciones virales, como la gripe.
Pero luego, en marzo, comenzó a llegar un número creciente de niños y bebés con tos, algunos de ellos con dificultades parar respirar.
Eran pacientes contagiados del virus respiratorio sincitial (VRS, también conocido como RSV, por sus siglas en inglés), una infección común durante el invierno que puede causar problemas pulmonares.
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