Por. : Eddy Skinner, M. A.
Las posturas de ciudadanos que han decidido mantenerse
al margen de la política, muchas veces porque consideran que no les dejan
participar en ella, o como en otras ocasiones, se auto excluyen de la política
con una actitud deliberada o desafiante, es motivo para analizar el sofisma de
que es posible renunciar a la política.
Algunos lideres populares, por razones mediáticas,
profesionales, o culturales persisten en autoproclamarse “apolíticos” o
promotores de la “antipolítica”.
Es pertinente aclarar qué entienden ellos por
política, o si saben, qué significa colocarse al margen de una actividad tan
humana como cualquier otra ciencia. Quienes se colocan al margen de la política
desconocen que esta se concibe como cualquier pretensión de intervenir con
voluntad de cambio o de oponerse al mismo en los equilibrios políticos,
sociales y económicos, o de adentrarse en influir en la toma de decisiones de
la sociedad. Si este es el dogma de la política, todos los ciudadanos que no se
dedican a ser “profesionales de la política” o a la política de profesión,
deben darse cuenta que también hacen política, porque la misma se desarrolla no
solo en el ámbito de los partidos políticos o mediante la gestión pública y/o
institucional de los asuntos de gobierno, sino, también, a través de distintas
expresiones, que hasta a nivel individual se hace política de modo consciente,
votando, como medio convencional básico de las democracias, opinando a través
de las redes sociales, enviando mensajes de apoyo o críticas a periódicos o
medios de comunicación, protestando o apoyando públicamente medidas del
gobierno, como también valoraciones entre amigos y círculos íntimos asuntos e
intereses colectivos.
Además, se hace política de forma individual sin ser
consciente plenamente de eso, por ejemplo, acciones como pagar impuestos,
promover determinadas campañas cívicas o sustentar determinados valores
sociales, tienen un efecto sobre la política.
También, se es parte de la política de manera
colectiva, promoviendo acciones y participando a través de tres tipos de
iniciativas u organizaciones que operan bajo lógicas diferentes: los partidos
políticos, los grupos de intereses, y los movimientos sociales.
Cuando los ciudadanos participan en movimientos
sociales, los cuales hacen bandera con temas que tienen una dimensión
transversal y que afecta diversos aspectos de la sociedad, o a través de grupos
de presión, que se centran sólo en aquello que les interesa y beneficia
directamente, están haciendo, indudablemente, política; ya sea a través de la
crítica a determinadas políticas públicas, a los políticos o a las
instituciones.
A pesar de los bajos niveles de confianza de los
ciudadanos sobre la política, la débil y opaca cultura de la participación o la baja implicación ciudadana en asuntos de
interés colectivo, incluyendo la tan poca valorada adherencia hacia los
partidos, organizaciones u agrupaciones políticas, lo que se observa es
extraño, pues mientras se acusa a los políticos de las debilidades de la
democracia, y se mira con desconfianza a quienes se dedican a los asuntos
públicos, contrariamente, se hace más política de lo que se cree, y a pesar de
ocultarse sobre la presunta “antipolítica”, la gente siempre se moviliza y se
agrupa cuando ve proyectos colectivos que le dan estabilidad y dignidad a la
existencia humana.
Sin embargo, somos de opinión que el debate debe de enfocarse
en lograr romper con la inercia, la apatía y la inhibición de la gente, y recuperar
a los ciudadanos para la acción política, no pasiva, si no mas bien, activa y
comprometida.
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