Los Estados Unidos mantienen desde hace casi tres meses un cerco naval a Venezuela, con
una cada vez mÔs creciente amenaza de agresión militar, por la tonta acusación de que sus
dirigentes y gobernantes integran un ficticio “Cartel de los Soles”, que supuestamente envĆa
toneladas de drogas hacia ese paĆs del norte.
Este lunes 24 de noviembre del 2025, la SecretarĆa de Estados de los Estados Unidos
oficialmente declaró al llamado “Cartel de los Soles” como organización terrorista, lo que
da lugar a que ese paĆs, puede emprender cualquier acción militar contra Venezuela, ya sea
una tipo Rambo, bombardeos selectivos para eliminar al presidente NicolƔs Maduro,
Diosdado Cabello y otros lĆderes del chavismo, o una especie de Gaza 2.0, es decir tierra
arrasada.
El secretario de Estados de los Estados Unidos, Marco Rubio, consideró que los supuestos
integrantes del cartel, “son responsables de la violencia terrorista en todo nuestro
hemisferio”.
Mientras que la vicepresidenta venezolana, Delcy RodrĆguez, arremetió contra el gobierno
estadounidense tildĆ”ndolo de ridĆculo.
Por el igual, el Presidente de Colombia, Gustavo Pedro habĆa dicho que “el Cartel de los
Soles no existe. Es la excusa ficticia de la extrema derecha para derribar gobiernos que no
les obedecen”.
Con este artĆculo no pretendo defender al gobierno de maduro, sino plantear mi posición
ante invasión contra cualquier paĆs latinoamericano y exponer los principios de los Estados
Unidos y de cualquier otro imperio, para agredir una nación, que son los siguientes:
Primero: Todo imperio para expandirse o mantener su dominio necesita hacer las guerras a
los mĆ”s dĆ©biles, y engullĆrselos como si fuera un refrigerio, o como si fuera una especie de
DrƔcula, que necesita sangre cada cierto tiempo.
Segundo: antes de agredir necesita denunciar una amenaza manufacturada, ya sea real o
una ficción, como por ejemplo, acusar a la nación de apoyar el terrorismo, a los yihadistas,
al narcotrÔfico o al comunismo, como en este último caso sucedió en la República
Dominicana en el 1965. También, puede ser acusado de tener armas de destrucción masiva
o ser un narcoestado, entre otras.
Cualquier argumento o acusación por muy embeleco o por muy ilógico que sea, siempre
resultarĆ” creĆble y hasta noble para muchos, porque la mentira siempre se cotiza en alza en
el discurso polĆtico. AdemĆ”s, toda interpretación de la realidad, pasa por un proceso de
subjetividad.
Tercero: Necesita buscar un enemigo fƔcil, al que pueda meriendar o destruir con facilidad,
aunque a veces se falle en la escogencia del objetivo, como sucedió en Vietnam y en
AfganistƔn. Los imperios evaden a sus iguales, al menos que no tengan otras alternativas,
porque saben que el hierro con el hierro se aguzan.
Cuarto: Tienen que hacer una acusación aunque sea difĆcil de creer, menos para los
fanatizados, tontos y atolondrados. Estos hacen suyos sus argumentos, aƱaden otros y los
defienden a capa y espada, por muy estĆŗpidos que sean, como por ejemplo, “las armas de
destrucción masiva”.
Casi todas las invasiones a paĆses de AmĆ©rica Latina se han realizaron con la falsa coartada
del anticomunismo, pero, todas fueron apoyadas y defendidas por los mismos tontos de
siempre, aunque hoy parecen haberse multiplicados.
Esto se debe a que los idiotas no comparan el pasado y mientras las mentiras tienen mayor
grado de emotividad y combinan con sus colores, mayor eficacia tienen en ellos.
Quinto: Los agresores les ponen mucha importancia a los discursos, narrativas y
propagandas. No necesitan hacer muchos esfuerzos para convencer, porque al provocar
pasiones, la razón es la primera vĆctima, y eso hace que millones en el mundo estĆ©n
sedientos de guerra, destrucción y muertes.
De esa manera, personas que se supone son inteligentes, en el fondo son unos tontos, y que
ademÔs se vuelven estúpidos y parte del mundo también se vuelve estúpido con ellos. Por
eso vemos a intelectuales, periodistas, comentaristas, polĆticos, profesionales, presidentes y
ex presidentes, entre otros, asumiendo como verdaderos los argumentos bobos o
fantasmagóricos, como por ejemplo, el del Cartel de los Soles.
Hasta el presidente dominicano, Luis Abinader, ha declarado al “Cartel de los Soles”, como
organización patrocinadora del terrorismo, porque Marco Rubio se lo propuso, sin saber
qué es eso. De esta manera él se incluyó voluntariamente entre el grupo de los tontos.
Sexto: Los imperios con su despliegue de poder ante los dƩbiles alimentan sus egos, y se
creen invencibles e indestructibles.
Toda destrucción o derrota a un enemigo fĆ”cil genera recompensas polĆticas en favor de sus
gobernantes, por parte de sus ciudadanos. Los habitantes imperialistas tambiƩn se alimentan
de la vanidad y de la arrogancia. AsĆ que la mayorĆa apoyarĆ” el castigo a quien se salga del
carril o se crea un David que puede volver a vencer a Goliat. La sangre del otro les provoca
Ʃxtasis, pero las de ellos, horror.
En esta oportunidad, los Estados Unidos primero montaron un teatro en el mar Caribe,
frente a las costas de Venezuela, con 18 barcos de guerra, submarinos, aviones y el
portaaviones mƔs poderoso del mundo, con los cuales les han lanzados misiles a unas 24
lanchas, algunas de maderas, matando a unas 80 personas, que llaman narcotraficantes,
pero que otros dicen que son empleados del narcotrƔfico o pescadores desesperados por la
pobreza.
En el segundo acto, le han dado vida al ficticio Cartel de los Soles, organización de la que
no hay nadie preso ni eliminado, pero, que los Estados Unidos dice que lo integran el
Presidente NicolƔs Maduro, ministros del Gobierno y los jefes de las fuerzas Armadas, el
cual de ser asĆ, debe ser el mĆ”s elitista del mundo.
En favor de Venezuela las Naciones Unidas reconocen a ese paĆs libre de cultivos ilĆcitos
de estupefacientes y con relativos eficaces operativos contra su transporte, lo que no quita
que realmente haya narcotrƔfico.
Si bien es cierto que en Venezuela hay una crisis polĆtica, que muchas personas y paĆses
critican al Gobierno de NicolĆ”s Maduro y lo califican, con razón o sin razón, de ilegĆtimo,
lo cierto es que ninguna nación de América merece ser agredida, ni invadida por esa razón,
y mucho menos por un invento de un Cartel de los Soles.
Sin embargo, muchas personas estƔn deseosas de que Donald Trump apriete el gatillo y
comiencen a volar los misiles sobre Venezuela y a derramarse sangre, porque estamos en
una sociedad que, en lugar de combatir la mentira, le enarbolamos la antorcha del triunfo.
Por David R. Lorenzo

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